La pandemia con enfoques

Foto: Manuel Saldarriaga

“Si bien es cierto que el COVID-19 es muy ‘democrático’, afecta a todo el mundo, quienes saben y son expertos en la materia hablan de poblaciones que son un poco más propensas (…) en todas estas estadísticas se quedan por fuera muchas caras, muchas personas de las que no se habla”, acierta diciendo Natasha Jiménez, directora de Mulabi, una organización que trabaja temas LGBTI con sede Costa Rica y miembro del Foro Ciudadano de las Américas y de la Red Latinoamericana y del Caribe para la Democracia (REDLAD).

Son muchos los análisis que son posibles sobre esta pandemia, son muchas las aristas porque ha permeado la vida de las todas las personas en el mundo. Por lo tanto, su abordaje no puede ser meramente sanitario, sus consecuencias ya se sienten en la economía, en la política y en la vida social. Sin embargo, no a todos y todas ha impactado de la misma forma. Debido a sus características particulares, a algunas poblaciones y comunidades la crisis de Covid-19 las golpea más en uno u otro ámbito. 

Acá hablaremos de cuatro específicamente: pueblos originarios e indígenas, personas LGBTI, comunidades afrodescendientes y religiosos y/o basados en la fe.

A través de distintos líderes en Redlad que son referentes de estos grupos poblacionales hemos podido conocer la situaciones por las que están atravesando y cómo están sobrellevando la pandemia y sus restricciones. 

Pueblos originarios e indígenas:

Los pueblos indígenas, por sus condiciones, denuncian en todos los países de América Latina la condiciones de vulnerabilidad colectiva en las que se encuentran por dos razones particulares: sus sistemas de salud no están preparados para afrontar una pandemia como el COVID-19, si bien en muchas regiones del continente hay enfermedades endémicas con las que han vivido durante décadas. Por otra parte, los sistemas económicos que les permean y a los cuales están supeditados les obliga a ser altamente dependientes de políticas y ayudas estatales, que en muchos casos son precarias e insuficientes para sus necesidades. Sobre todo, en esta época pandémica. 

La mayoría de sus pueblos se encuentran relegados y dentro de las zonas urbanas, donde viven muchos de sus miembros, están marginados a cinturones de miseria, por lo que el acceso a los sistemas de salud es escaso o nulo. “La pobreza y el estado de salud subyacente, muchos pueblos indígenas viven en comunidades aisladas o remotas, donde los servicios de atención de la salud son difíciles de alcanzar y tienen capacidad limitada o simplemente no existe”, afirma la ONU en un reciente documento de recomendaciones

Por otro lado, el acceso a la información sobre la enfermedad es muy precaria debido a que se soslayan sus lenguas y sólo se transmite en la dominante en sus países. Esto hace que el conocimiento y las medidas de protección que puedan tomar sean tardías o muy pocas. 

Afrodescendientes: 

Otra comunidad que sufre los estragos de la exclusión económica y de la pobreza son los y las afrodescendientes debido a que, en general, su posición dentro de las escalas sociales (urbanas y rurales) es tan desfavorable como la de los indígenas. Los afrodescendientes son a menudo trabajadores esenciales de primera línea que brindan servicios necesarios como de limpieza, transporte, mensajería, almacenamiento y servicios de cuidado”

Pese a que hay regiones del continente donde su predominancia es importante eso no significan mejores condiciones ni acceso a la salud, educación y trabajo. “Los afrodescendientes tienen menos probabilidades de tener acceso a crédito (BID, 2017) y tienen menores ingresos y tasas de ahorro. Por ende, pueden tener menos posibilidades de abastecerse de alimentos y artículos para el hogar en tiempos de crisis”. Lo anterior, se traduce en altas tasas de informalidad en la economía y, por ende, podría no hacerles acreedores a las principales políticas de protección y recuperación que varios gobiernos ya están adelantando, aún cuando se contemplen dentro de las estadísticas.

Personas LGBTIQ+:

Un número importante de personas LGBTIQ+ también se ve altamente afectado, principalmente desde dos puntos de vista: el impacto que pueda tener el coronavirus en pacientes con VIH y las condiciones de pobreza, especialmente, en mujeres trans que ejercen el trabajo sexual. Estas últimas son quizás las más afectadas de dicha población, ya que su expectativa de vida muy baja y el acceso a la educación y sistemas de salud precarios. 

A propósito de lo anterior, ILGA LAC ha hecho un llamado urgente a que en las medidas que se tomen para combatir el virus esté presente “una perspectiva antidiscriminatoria y de derechos en la implementación de las medidas que los Estados de la región realicen ante la pandemia de COVID-19 tomando en cuenta la desigualdad que viven las personas LGBTI+ en nuestros países”, ya que “la mayoría de las personas LGBTI+ laboran en el sector informal y sin cobertura médica”

Comunidades religiosas: 

También tenemos a los grupos con base en fé y otros actores religiosos, quienes juegan un papel muy importante en los tejidos sociales y culturales de todos los países.

La pandemia ha puesto sobre la mesa las transformaciones del rol de las religiones, las creencias y espiritualidades en los espacios públicos desde dos perspectivas: interna y externa. Por un lado, interpelando el desarrollo de sus rituales, ya que para muchas personas el aislamiento y las cuarentenas han significado el cierre de sus principales lugares de encuentro y peregrinación. Esto ha suscitado una reflexión en los planos simbólicos y teológicos.

Asimismo, la misma sociedad y opinión pública ha cuestionado su papel en la propagación del virus en ciertos lugares del continente y del globo, puesto que está comprobado que muchos focos epidemiológicos se dieron en iglesias cuyas comunidades y líderes se negaban a renunciar a sus hábitos de reunión, desconociendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias y aduciendo a dogmas religiosos o creencias particulares sobre la obediencia. 

No obstante, en el plano de lo externo y de lo público, en muchos países y sociedades no puede negarse que su rol conlleva un servicio esencial en el plano de lo emocional y de cómo se gestionan los diferentes avatares que una pandemia va dejando en las vidas de las personas. Y este es un debate que no sólo se da desde el el plano teológico y entre creyentes sino también en el de la laicidad, debido al papel garantista que el Estado debe fungir respecto a esto. 

Finalmente, otro enfoque no menos importante y que, aunque no detallaremos acá, es de mujeres y género, ya que como advierte la representante de ONU Mujeres, Ana Güemez García “en el mundo, millones de mujeres están en la primera línea de respuesta, asumiendo una mayor carga de trabajo y riesgos ante esta crisis, son el 70 % de quienes trabajan en los sectores sanitarios y sociales, realizando el triple del trabajo de cuidados no remunerados en comparación con los hombres. No solo en el ámbito de la salud vemos que existen múltiples implicancias de la crisis del coronavirus en la vida de las mujeres, también lo vemos en lo económico y en lo social. Esto se traduce en tiempo, recursos y energía que aportan desproporcionadamente las mujeres”.

Son muchas las aristas y perspectivas que se nos escapan, como la de los jóvenes; el de la causa ambiental, entre otro. Lo fundamental es saber que tanto las reflexiones que se den como las políticas y medidas que se tomen, ya sea desde el Estado, sus gobiernos e instituciones como desde la sociedad civil, deben comprender todos los escenarios y particularidades de la ciudadanía en cuanto a su humanidad infinitamente diversa. 

Desde Redlad hemos apostado por diálogos y perspectivas complejas de abordaje debido a la riqueza y pluralidad de nuestros miembros y aliados.

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Este artículo se ha hecho gracias a los aportes de Romel González, miembro del Consejo Coordinador y referente en temas indígenas; Natasha Jiménez, directora de Mulabi y referente LGBTIQ+ y Nicolás Panotto, director de Gemrip y referente en temas religiosos.